domingo, 14 de junio de 2009

¡La selva no se vende, la selva se defiende!

Bueno, no sé, es lo primero a cerca de cosas políticas o sociales que escribo, pero creo que la situación por la que el país atraviesa merece que todo peruano se pronuncie.
Quisiera empezar diciendo que me hubiese encantado ir a la Marcha que se realizó en Lima el Jueves, en donde mucha gente asistió y supo decir: ¡La selva no se vende, la selva se defiende!
Creo que más importante que decir quién tiene la culpa y quién no, es decir que una vez más hemos necesitado que los enfrentamientos nos hagan ver que el diálogo y él llegar a un consenso pudieron evitar todo el caos que hemos visto la semana pasada.
Por un lado, está el tema de las consecuencias de la ejecución de los Decretos dictados por el Poder Ejecutivo: la permisión de la utilización de territorios amazónicos por parte de empresas en pro de mayor inversión en el país, por lo tanto, la destrucción de lo que realmente muchos no entienden, el lugar donde viven una cifra significativa de nativos, literalmente. Dos cosas que se hacen una paradoja del más alto nivel de contradicción y del que pueden haber miles de interpretaciones, ¿el desarrollo económico a costa de las sociedades nativas aún existentes en el país? Son muchos los puntos a tocar para responder esta pregunta que quizás no tenga una respuesta absoluta, sino nuevamente abstracta ante tal dimensión de problema. En primer lugar, el hecho de que no podemos ser ajenos a que los Tratados de Libre Comercio desde un principio se supo que los cambios que generarían serían buenos para unos, malos para otros, por su misma naturaleza. En segundo lugar, creo para ninguno está en duda la multiculturalidad de nuestro país, es más en muchos casos es de orgullo explícito pertencer a una nación llena de colores, llena de tradiciones ,pero que sin embargo; no se proteje de ninguna manera dicha multiculturalidad ni educándola, ni protegiendo sus propias tradiciones. Y es que sí, ya se ha planteado el hecho de "educar dentro de sus propias tradiciones", pero quién fija los límites de la educación occidental y también los límites de las tradiciones nativas, son criterios que si alguno se pone a plantear lo tildan de autoritario y si no, de indiferente, y este punto quiero recalcarlo no sólo en este aspecto, sino en el punto general de proponer soluciones. Además, qué tanta es la aceptación de la educación occidental de parte de los nativos, si es que esta afirmación no es más que un prejuicio de muchos o quizás parte de un núcleo histórico. Seguimos en el mismo problema: cada punto de este problema tiene dos caras, lo que lo hace mucho más delicado.
Por otro lado, está la serie de hechos que han ocurrido a lo largo de esta conflictuosa semana que han contribuido a que el problema se complíque, en vez de solucionarse vía diálogo. Primero, la actuación de las autoridades tanto del Gobierno Central como de las autoridades nativas. Las inncesarias muertes de autoridades policiales y nativos que, no pudieron más ante tanta indiferencia de parte de este Estado ausente que perdura desde inicios de la República, son la muestra más clara del poco diálogo, por no decir nulo, que hubo entre ambas partes. Segundo, el comportamiento claramente reprochable de las autoridades aquí en Lima, y quiero que se entienda reprochable no por sus ideas, ni por sus tendencias políticas, sino por dedicarse a discutir y discutir entre ellos, tildándose de "esto" del "otro" y por supuesto, del propio Poder Ejecutivo por no reconocer culpas y usar tonos altivos en sus declaraciones, aunque hoy domingo parece que empieza a entender lo grave del problema, la necesidad del diálogo y a través de éste llegar a una solución en la que intervenga los intereses de todas las partes.
¿Qué sentimos al decir que somos peruanos? ¿Qué siente un nativo al preguntarle qué siente por el Perú? y por último,¿qué siente un limeño al saber de la muerte un hermano peruano nativo?